Talos y la isla de Lost

Hubo un tiempo en que ninguna persona podía entrar en la mágica isla de Creta. El dios Zeus  no quería que nadie la encontrara así que llamó a Talos, un gigante de bronce que impedía el acceso a Creta.

Los marineros que llegaban en sus barcos, eran recibidos por Talos

Dentro de su cuerpo, el gigante tenía un motor que al ponerlo en marcha se recalentaba y, como era de bronce, todo su cuerpo se volvía incandescente. En este estado, abría los brazos y mataba a los marineros con ese terrorífico abrazo.

Hasta que un día llegó en su barco el héroe griego Jasón, junto con la hechicera Medea. Jasón veía a Talos y observó que el gigantón empezaba a ponerse naranja incandescente. 

Jasón tuvo miedo y quiso dar la vuelta. Pero Medea conocía el funcionamiento del gigante Talos. El gigante tenía una sola vena que iba desde el pie hasta la cabeza y no había forma matar al gigante mientras por esa vena siguiera circulando el ícor. Porque por las venas de los dioses, de los titanes y de los gigantes no corre sangre, sino ícor.

Medea buscó entre sus mejores hechizos para lanzarle uno desde el barco y el gigante Talos cayó adormilado inmediatamente.

Medea bajó rauda del barco, se acercó al cuerpo tendido de Talos y encontró un tornillo, un tapón en el empeine. Al abrirlo, el ícor de Talos empezó a salir de su cuerpo, como si se estuviera desangrando. Un líquido verde se extendía por la arena de aquella playa de Creta y dejó un reguero por toda la costa cretense que aún hoy se puede ver. A partir de ese día, todas las personas pudieron volver a entrar a la mágica isla de Creta.

Ahora pensad en el tapón de la isla. ¿Recordáis que ese final os parecía una mierda? A Lindelof le apasiona la mitología. Por fin sabemos qué representaba el puto tapón de perdidos.

Y me encanta. ¿A vosotras no?

No dejéis de ver el magnífico resumen del capítulo final, cortesía de Lost Untangled. Dura poco más de tres minutos y es una joya.

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